Apareces

Apareces, resolviendo todas mis dudas contaminadas de insomnio, de las noches donde solo a través de esbeltas figuras donde tu, desnuda desde la punta de los ojos hasta el final de las pestañas me besas con la mirada y me imaginas, desnudo como tu pupila, que se abre gravitacionalmente al vasto territorio del idilio.

Apareces, donde solo alguien como tu puede aparecer, en la mitad de un lago, lleno de peces, donde solo tus movimientos casi poéticos, casi acústicos y casi musicales, se acercan a mi, como invitándome a bailar, aferrados a la idea de que las distancias entre nosotros son intimas, ínfimas, secretas, casi delictivas y que por un momento somos uno solo, cogidos de la mano, como remando por los bordes del lago, por los bordes del mar y del mundo, casi apunto de gritar ese secreto, ese deseo de suicidarnos de felicidad.

Apareces, como aparecen mis ideas cuando te veo las manos, como aparecen las mías enamoradas de las tuyas, imaginándote, imaginándonos en un elemento gráfico precioso y casi cruel, donde tus manos no son tuyas y mis manos no son mías, son nuestras. Pero no son tuyas, ni mías, son de otros.

Al verme y al verte las extraño, las quiero de vuelta, con todos los dedos para que todas mis caricias sean tuyas y todos tus gestos sean míos.

Apareces, como cuando me duele que aparezcas.

Apareces, dices no.

Por la boca muere el pez, por los oídos muere el ciego, por los ojos muere el sordo, por insomnio los gatos, por desvelo los moscos, los mortales por el no. Con razón moriré.

Apareces y entonces, quiero desaparecer.