Prostitutas

-¿Le gusta?
-¿Qué?
-Todo lo que me acaba de decir ¿le agrada?
-Ni tanto
-¿Cuanto gana?
-No mucho
-¿Le cae bien su jefe?
-Es un puto sopla nucas. Solo eso.
¿Y la universidad, qué tal le va?
-Espere ¿es usted una prostituta o una psicóloga?
-Soy puta.
-¿Entonces?
-¿Le gusta, si o no?
-La neutralización ideológica que exige la carrera me sabe a mierda. Es ilógica, obtusa, patologica y casi contagiosa.
-¿Se gusta? 
-Demasiado, pero con la boca cerrada. Lo digo en el sentido literal.
-Jajá, sonría. 
-Motíveme. 
-Ya no sonría, lo vi todo. 
-¿Qué vio? 
-Caos, mucho caos. 
-Si, mi lengua intenta solventar un poco el asunto, haciendo de la suyas para que se fijen en mis ojos y no en mi boca. 
-Pero usted ni lo uno ni lo otro. Ni los ojos, ni la boca. Solo se ha fijado en mi culo. 
-¿Qué espera? "nunca veas a una puta con luz de día".
-¿Qué quiere? 
-Podría decir que quiero tener sexo con usted. 
-Lo acaba de tener y no se dio cuenta.
-¿Cómo?
-Si, como escucho. Págueme.
-¿Se volvió loca? ¿No se supone que sexo viene del griego quieroabrirtedepiernasenunsentidoafanadoyhacerdemiorganosexualunaextensióndeltuyo?
-No, eso no es sexo para mi. Para mi sexo es otra cosa, muy alejado de lo que usted cree que es. 
-Perfecto. 
-Ja, já, ja, mentira es lo mismo que piensa usted, el problema es que usted se prostituye en el trabajo, en su carrera, en su intimidad y en su vanidad. En su vida. Es tan prostituta como yo. Acabo de tener sexo con su conciencia. 
-Entonces ¿Qué hago? 
-A preguntas embarazosas respuestas anticonceptivas: No se. No hay un condón que proteja contra la realidad. Me voy. Usted esta contagiando de realidad. Sus ideas no son ideas, son patologías. Su existencia no es ontológica es oncológica. La diferencia entre usted y yo es que soy una puta; usted una puta enferma. Y no me acuesto con compañeros de trabajo. Tampoco con enfermos. 

Al final del día, Juan se masturbo las tristezas. 

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