Nosotros.

-Ya están abiertos todos los lugares a los que debí volver contigo. 
-No se, no lo creo necesario...
-¿Qué? ¿qué no crees necesario? 
-Que toques el tema de lo que fue y no será jamás. 
-Pues me disculparás pero solo hasta hace poco entendí el significado y la aplicación del presente continuo. Las reglas ortográficas son muy subjetivas; tienen que ver contigo. 
-Me fui de vacaciones, con la musa, a otro lugar. 
-No me importa, tu lenguaje evoca locura desde leguas insondables. Mar adentro, mujer, entenderé tus penas, que nadaran sobre barriles después de haber saltado desde la punta de tu lengua. Seguimos atados en la distancia. 
-¿Y qué con eso? Al fin y al cabo iré lejos, con mis letreros de te quiero, con las sonrisas de gato, con las noches de vos. 
-¿Y los astronautas? Yo soy un astronauta y el centro gravitacional de todas mis intenciones fuiste tú, no puedes escapar. 
-No escaparé, por eso no me vas a encontrar. 
-¡Vaya! Esto es un golpe súbito y tortuoso. ¿Será el amor -tu amor- una paradoja, un caminar sin brisa, una pipa sin autor?
-Quizá. No se de objetos ciertos, jamás pude entender la incertidumbre. Sin embargo, no saldré, me quedaré, mi sola presencia, como mucha luz ennegrece las virtudes, el oficio de amarme y el pasatiempo de entendernos. 

(...) Me quede en silencio y me dolió en el alma entender su premisa. Desconocía totalmente el hecho de que amarnos dolía tanto, por el simple hecho de hacerlo. Amar, no es amar en todo tiempo. Amar es un paisaje, de gaviotas y golondrinas, migraciones y parajes, que deleitan la constante idea de belleza. La belleza es causa y el cielo es para pocos. Y la belleza no alcanza donde la razón tampoco. Porque es proporcional al tiempo que el espacio que se abre ante nosotros, lo entendamos con idilio y nostalgia. (...)

-La ansiedad me atrapa en este mismo roble y soy esa golondrina, mi amor, que no abandono la rama.  
-Llegaste a mi vida como una fábula donde la moraleja esta por verse.






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