Carta a Pandora
No merecemos la destrucción...
¿Cómo acabar con un espectáculo tan interesante como el nuestro? Ni siquiera a los "Dioses se les hubiese ocurrido crear eso del "poder" ni eso del "amor". Fascinante.
Estamos rodeados por la nada, por la infinidad del universo, por un "por qué" y una "causa" que no entendemos y nos creemos afortunados en pensar el futuro. No se puede pensar el futuro, ni siquiera recordarlo y el hombre en una desesperada tarea habla de astros, de infamias y destrucciones. ¡Bárbaro! ¿Qué acaso no se han sometido con sigo mismo? Los pianos, las flautas, la rueda, el fuego, los besos, las figuras, el sudor, las formas, las comas... nada de eso existía para ellos hasta que el hombre lo creo. Somos lo que un dios jamas haría, agotamos el campo de lo posible, inventamos el lenguaje, las instituciones, la sociedad, los edificios, el dinero, los senos, cubrirse los senos, el sexo, cubrirnos el sexo, la ropa, la tristeza, la melancolía, mordernos los labios, hablar de ellos. Jamás existió eso en el Olimpo. De todos los Dioses no se quien tuvo la idea de nosotros, pero su idea fue exitosa, llena de lucidez y vitalidad y merece todo nuestro respeto.
La humanidad no se reconoce a si misma, se detalla a si misma con asco, con tristeza y decepción. El hombre no puede intentar tan pretenciosa y agotada tarea, su discurso acartonado y abandonado por toda razón nos dice que el hombre no debería existir, que su tarea ha sido destruirse a si mismo, ¡Mentira!
Hay que re significar el papel del hombre, hay que reconsiderar los hechos del hombre y evaluar con objetividad el accionar del hombre. Han sido muchos los que manifiestan que la existencia del hombre esta viciada y que su mera presencia reduce la calidad de vida de otras especies y sobre todo la suya... están asqueados del hombre. Las mas grandes críticas al hombre no las ha dado Dios, ni alguna extraña circunstancia natural global que acabe con todos nosotros. No, las mas grandes críticas las ha dado el hombre y este punto, esta especie de "auto-señalamiento" es lo que debemos analizar, como precedente y como consecuencia.
Debemos preservar una definición del hombre. Hace falta una directriz, un límite a la imprudencia y que este límite re signifique nuestra vida, ampliando así nuestra vitalidad, nuestras pulsaciones mas adolescentes y divertidas y entregarnos al entusiasmo, a la embriaguez incesante, a nuestro propio cuerpo y su placer, a la fiesta de las caricias, la memoria y los besos. Por esto es que la cotidianidad resulta insoportable, porque el hombre no se soporta a si mismo; esta herido, desesperanzado y al no encontrar una solución concreta pierde el sentido de la urgencia y por eso es que evita sus pulsaciones, su niñez, su ternura y su deseo. Así pues, condenados a la propia existencia y a la imposibilidad de racionalizar la misma, no sabemos cuál es el origen de nuestra violencia y nuestras efervescentes pretensiones. Lo que quiero significar, es que el hombre por una defensa neurológica y genética, necesita saber el origen de las cosas, de los hechos. Por esto, cuando la causa de los hechos no se presenta de manera explícita, generamos inconscientemente una "repulsión" hacía lo desconocido, y esa "repulsión" se manifiesta con la violencia que hoy nos "define". Es decir, somos esclavos de algo que no sabemos, por esto, la pretendida libertad que tanto anhelamos no llegará puesto que al no saber de que somos esclavos, jamás sabremos de que seremos libres.
Lo susodicho sirve como base para entender que el hombre no se reconoce a si mismo, ni se reconocerá jamás si no supera la idea de victimización en la que se ha envuelto. Si bien es cierto que el contexto histórico presenta la verdad irrefutable (ciertamente), de que el hombre es violento, reactivo y reaccionario, no por eso debemos definir eternamente el hombre bajo el yugo de una conducta pasada que podemos y debemos abandonar con una lectura juiciosa y dedicada que hagamos a nosotros mismos.
Es por esto que es necesario replantear el hombre, replantear la versión oficial de las cosas y darnos el lujo de definir a un hombre nuevo, lúcido y que a todas las críticas y reflexiones sobreviva sin contagio alguno a la necia idea de ridiculizar su existencia.
Señores, es menester entender esta verdad: el hombre existe, y en ese punto los debates respecto a si su existencia es válida o no están viciados de fondo puesto que las consecuencias materiales de dicha reflexión llegarán a suceder el día del magnicidio total, de la muerte terrenal del hombre, y estas consecuencias socialmente distópicas son ajenas a la voluntad de los mortales.
Esta es mi verdad: el hombre, en medida de que existe y siga existiendo (por ahora) debe abordarse y pensarse a si mismo con amor, deseo, placer y belleza, para no recaer en la "no significación" de las cosas. Alejémonos de la idea del hombre necio y malo por naturaleza y acojamos pretensiones mas útiles que nos alejen del suicidio filosófico que tanto nos ha enviciado las virtudes y los motivos.
Espero que puedan disculparme por todo el optimismo que presento en esta idea, y me disculpo porque mi vitalidad me ha llevado a la irresistible tarea de hacerlo. Empero, es la única salida que veo a la afirmación de nuestra propia existencia y a la comodidad que implicitamente buscamos todos al existir. Esta es mi verdad y estoy condenado a ella como el hombre se quiso condenar a si mismo a su propia muerte.Así pues, cansando ya de la muerte que le han dado al hombre, propongo, entre todos, imaginarnos la resurreción del idilio a partir de la reconciliación con nosotros mismos.
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