Sea

Pido a Dios algo de locura
para salvarme de tu mortalidad.
Algo de quietud
para entreplumarnos a oscuras.

Vive mis silencios
con la intensidad propia de los ríos
que hierven sobre su apacible sigilo
que recorren su milagro,
convirtiendo todo en suelo fértil.

He ahí el detalle;
recorrerte cual volcán
que paciente anida sobre lo que existía.

No es entonces mucho tiempo.
No es, si quiera, el tiempo en sí mismo.
Es saber que existes
como el agujero negro que acecha la luz.

Es la quietud,
la necesidad de lo inerte
pausar por un momento el laberinto,
hacerlo nuestro
y creer que salir
depende de nosotros.

Es sentirme amenazado
por las falanges de tus dedos
que atraviesan el viento
haciendo todo mas posible.










Comentarios

Entradas populares