Oda al caos

Si mi casa se quema 

¿Cómo puedo salvar el fuego?

A veces gota,

a veces océano.


Me he vuelto escéptico al destino 

ya no me importa el mañana 

solo, a lo sumo, 

el segundo que acaba de partir.


No me asusta el abismo, 

sino su invitación a saltar.

No me asusta el barco, 

sino mis ganas de naufragar


¿Dejarme caer 

no es resolver el vértigo? 


¿Dónde empieza el hombre y cuando termina la leyenda? 

Cuando se comprende, que detrás del abrazo entre el fuego y la ceniza 

pasa todo 

menos la piromanía. 



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