Perfil psicográfico de un lustrabotas.
Ni astronauta, ni ejecutivo. Ni sumiso ni
devoto.
Libre, betún y bóxer a lo loco.
Odio hasta la repulsión cuando no quiero defenderme me ofende de sobremanera la hora abrupta, del hambre, de ser mas hormonal que neuronal, de mirar al cielo y asfixiarme.
El grifo suena como mi estomago, es el tercer día de aliento a célula muerta.
Sigo vivo, tengo mi casaca de piolín, me bautizo todos los días con gomina, me siento hermosamente insignificante.
Escupo, estornudo, huelo, sonrió, me parcho a trabajar.
No me interesa dominar, aunque triste vivo mi día a día, cuanto menos tengo menos soy poseído y me acompaña este trapo que se arrastra desde lo mas limpio a lo mas sucio, que intenta sacarle brillo a lo que algún día mi esencia y mi mirada desorbito y óbito en un espacio que con gran desprecio recuerdo.
Libre, betún y bóxer a lo loco.
Odio hasta la repulsión cuando no quiero defenderme me ofende de sobremanera la hora abrupta, del hambre, de ser mas hormonal que neuronal, de mirar al cielo y asfixiarme.
El grifo suena como mi estomago, es el tercer día de aliento a célula muerta.
Sigo vivo, tengo mi casaca de piolín, me bautizo todos los días con gomina, me siento hermosamente insignificante.
Escupo, estornudo, huelo, sonrió, me parcho a trabajar.
No me interesa dominar, aunque triste vivo mi día a día, cuanto menos tengo menos soy poseído y me acompaña este trapo que se arrastra desde lo mas limpio a lo mas sucio, que intenta sacarle brillo a lo que algún día mi esencia y mi mirada desorbito y óbito en un espacio que con gran desprecio recuerdo.
Solo estas uñas negras, este intento de ser
humano, mi discurso, los zapatos arrastrándose, la pecueca, el talco, la media
despercudida, las motas enajenadas, las aceras y esta ciudad de falsos centros
comerciales, me acompañan.
Son las 6:06 y la hora del suicidio comienza, la hora pico atardece, los ojos se enrojecen, el mundo se frena.
Lluvia incesante, exclamaron.
No se si incesante -pensé- Si es así, me da de comer.
Imagíneme, viendo en cada esquina una oportunidad, me acostumbre a vivir en una sociedad de semáforos rojos, malabares, cigarrillos comestibles y machete.
¿Caballero que clase de betún utiliza? Así “terapeo” trabajo la mente, pero desde mi voluntad mas intima reconozco que mis lustradas tienen fecha de caducidad de 4 a 5 cuadras.
Me lleno la boca de remolachas y mi poca sonrisa desvestida, mueca, de bebe… se curva cuando alego con cierta exactitud que no tengo religión. No tengo nada en contra de dios, solo que, me emputa de sobremanera esos que conforman su club de fans.
Mis manos hechas por algún maraquero con alzhéimer, despellejadas, arrugadas, artríticas, gruesas clase obrera pase platino, han sido la consolidación y la síntesis de lo que el cepillo, el trapo y mi oficina de madera han creado.
Ese olor a exhosto, a madera, a hierro oxidado y a deliciosa pintura se encuentra calles abajo y “pisteo” que los “marios” no me agarren con el bóxer, no estoy para “home runs”. Este ejercicio clásico de levantar la mano y parar al man; una especie de circulo frustrante me nublo y otro de orgullo colapso. Si, soy otro como el del bus que prostituye el cuerpo. Ha de ser muy sexy tanto pelo en tan poco espacio.
Hasta nunca, coma mierda, gracias por nada, la re mala, sin palabras… así despido en donde desfilo este trapito, no se, este país es una mierda y estoy muy untado.
Son las 6:06 y la hora del suicidio comienza, la hora pico atardece, los ojos se enrojecen, el mundo se frena.
Lluvia incesante, exclamaron.
No se si incesante -pensé- Si es así, me da de comer.
Imagíneme, viendo en cada esquina una oportunidad, me acostumbre a vivir en una sociedad de semáforos rojos, malabares, cigarrillos comestibles y machete.
¿Caballero que clase de betún utiliza? Así “terapeo” trabajo la mente, pero desde mi voluntad mas intima reconozco que mis lustradas tienen fecha de caducidad de 4 a 5 cuadras.
Me lleno la boca de remolachas y mi poca sonrisa desvestida, mueca, de bebe… se curva cuando alego con cierta exactitud que no tengo religión. No tengo nada en contra de dios, solo que, me emputa de sobremanera esos que conforman su club de fans.
Mis manos hechas por algún maraquero con alzhéimer, despellejadas, arrugadas, artríticas, gruesas clase obrera pase platino, han sido la consolidación y la síntesis de lo que el cepillo, el trapo y mi oficina de madera han creado.
Ese olor a exhosto, a madera, a hierro oxidado y a deliciosa pintura se encuentra calles abajo y “pisteo” que los “marios” no me agarren con el bóxer, no estoy para “home runs”. Este ejercicio clásico de levantar la mano y parar al man; una especie de circulo frustrante me nublo y otro de orgullo colapso. Si, soy otro como el del bus que prostituye el cuerpo. Ha de ser muy sexy tanto pelo en tan poco espacio.
Hasta nunca, coma mierda, gracias por nada, la re mala, sin palabras… así despido en donde desfilo este trapito, no se, este país es una mierda y estoy muy untado.
Par balazos, plop, chao condorito, chao care mueco… eso espero en cualquier
momento, donde el talento de limpiar pasa de las botas y los trapos a los
clasebajarebuscadamexicanareficticia. En definitiva, no hay como debatir un
argumento con un difunto. Punto.
Boxer, oh querido bóxer, cuantas noches suspire
aspire y espere tan delicioso sacramento, dulce y delicioso pegamento, amarillo
y asfixiante, hermoso bóxer relajante… Muy por debajo de dios, el morrito de la noche me representa 15 pesos. 15 pesos donde parto diferencias con el vicio y la virtud de solidarizarme y no criminalizar mi cuerpo en una cárcel, siendo medianamente honesto con mi estomago y mi asfixia, que representa cada neurona que me pide con clemencia que las odie por piedad, dándoles un suicido colectivo con el bóxer.
Cuarto solo, cartón, periódico y cobija, lija pa’ los callos, bolsas y goteras, resplandores y los rayos. ¡Amanece ya, por favor lustrabotas! No pienses, acaba con todo, ya pronto amanecerá, ya no hay mares donde ahogarse, ya no hay cuerdas, ya no hay balas, pastas ya no hay. Otro mas en este fría Bogotá, otro mas, otro yo, mañana otro hasta nunca. ¡Por favor lustrabotas! Mejor eso que la noche.
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