COSITAS

¿Qué puedo hacer con toda esta poesía que me inunda cuando estás cerca?

Es como si tu llegada fuera la campanada, la llamarada, el fuego de la aurora que nos avisa que la luz se acerca, que busca reposo y un poco de cielo; que si estamos lo suficientemente constelados para recibirle.Y es que me falta demasiado cielo, mi amor, me falta demasiado azul en los huesos para soportar todo tu cosmos, todo tu infinito universo. Te juro que me he propuesto encontrar estrellas para apropiarme de ellas, te prometo que he buscado millones de soles en mi iris y he creado sistemas solares solo con pensarte... pero no es suficiente.

No es suficiente, jamás lo será. Me es imposible todo tu cosmos, me es incomprensible como cabe tanta noche, tanta luna, tanta magia en tus gestos. Sin embargo, esta pequeña sensación de inferioridad, esta sutil sensación de lo incierto, me llena de luz y de magia. Solo le pido a lo eterno que me permita comprender la infinidad de lo efímero, la belleza ínfima del instante. Solo así podre entenderte.

De todas formas, en la calidez tímida de mis días, comprendí que no necesitaba entenderte. ¿Para qué? El ciego no sabrá jamás cuál es el rojo, así crea "entenderlo". Le podrán decir qué cuadros, qué labios, qué cándida sangre tenía ese color, empero, jamás sabrá cuál es el rojo. ¿Para qué entonces quería saber, qué tan constelado esta tu mundo? Solo me basta vivir todas tus estrellas, todas tus nebulosas, todos tus anillos secretos que esconden planetas y lunas llenas de vida y extraterrestres en forma de caricias. Amarte era vivirte. Sentirte, la mejor forma de comprenderte.

Quiero susurrarle a tu mundo, mi amor. Quiero susurrarle que estás en todas partes. Paola en la mente; Paola en el alma; Paola en el iris. Quiero explicarle a ese mundo que existes, que eres bella, sutil, etérea... una burbuja en el cielo que se vuelve nube y viceversa. Quiero caminar ese mundo y devolverle los pasos que me ha dado; contemplarle y así, agradecerle por todo lo que me ha manifestado.

Quiero caminarte, recorrerte, respirarte. Quiero saborear la atmósfera que cubre tu cuerpo, para así revivir la efervescencia de tus flores, de tus jardines.

Efímeros hasta los huesos, solo me queda esta terrible sensación de que no seas eterna... como me encantaría palpar tu silueta hasta volverla música... cómo amaría dibujarte en un pétalo que no marchite...

Sin embargo, he aprendido a vivir con la sensación de lo efímero, pues la lluvia es lluvia porque cesa, no porque dura para siempre. Yo quiero llover contigo, allá, muy alto, donde me sobren los insomnios, y a ti, donde te sobran las ideas...



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