Placer como respuesta
El sentido de la urgencia, las ganas de ser alguien y la necesidad de sentir un fuego recalcitrante en nuestra vida, no es nada mas que la vanidosa idea de creer que lo complicado y lo difícil es lo que nos realiza. Esto no es un error, es más, es una herramienta útil puesto que es una excusa psicológica que utilizamos los humanos para sobrevivir a esta vida que parece a todas luces el infierno de otro planeta. Sin embargo, ese no es el reto, el reto no esta en asumir la dificultad con una sonrisa y con un comentario alardeador donde renunciamos a la facilidad de las cosas y nos esforzamos a nosotros mismos en hacerlo todo mas difícil. No, el reto esta en superar esa necia idea de dificultad de la vida y crear un concepto mucho mas útil y mucho mas fresco: creer que la vida es sencilla.
La sencillez soporta en su definición toda la sabiduría del hombre, la sencillez soporta la tranquilidad del hombre primitivo, que no necesitaba del lenguaje sino de su propia sexualidad para entregarse a su curiosidad y resolver las inflexiones del destino. Por eso, como una primera solución práctica, pienso que nos debemos entregar al placer de la sexualidad, a los movimientos pelvicos, a las caras convulsionadas, a las caricias, a la desnudez y a la belleza con la que se besan dos seres, como si fueran dos gatos bebiendo de un pozo profundo donde se arriesgan a morir asfixiados, como si ese pozo y el riesgo de ahogarse en el, fueran el resumen de su vida, el resumen de su muerte y su cuerpo como el puente entre lo uno y lo otro. Sencillez, sexualidad. Por esto, dejémonos de botas de cuero, balas y comando, y entreguémonos al amor de orfebrería para entender la muerte en un orgasmo y asumir los acontecimientos de la vida a través del erotismo que sugiere un gesto convulsionado, mordido, con olor a luna de fuego.
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