¿Y cómo respira un poema?

A veces me preocupa cuando escribo, la manera en cómo lo hago. Me preocupa si me hago entender, si las personas al leer ven en mi alguien sincero, sencillo, complejo, hipócrita o consecuente. Me preocupa mi estructura narrativa, si es horizontal o vertical, si me ven como un maestro o un discípulo o solo alguien más. Un amigo o un oponente.

Me preocupa si comprenden el verdadero rostro, la silueta, la esquina de la sombra que aún no se recorre, el ave del ser que revolotea por el cuarto y se posa en el bombillo esperando algo de luz.
No se si escuchan mi oración, no se si es obvia mi plegaria, empero, me queda el consuelo de que me he expresado por el hecho mismo de expresarme y no, para que ustedes me entiendan. 
De cierta forma les debo todo, pues sin el ojo invisible del que aún no ha leído, muchas letras no se hubiesen consumado, más, debo advertirles, que en el hipotético caso de ser el único hombre en la luna, aún así, escribiría sobre su terreno, con piedras de ese planeta, con olor a universo. 

Escribiría de estar en una isla solo; le escribiría a las palmeras y a los ríos, a la fuerza de las olas que se vuelve predecible, inmarcesible, como una flor que muere y renace cada segundo, al borde del iris. Escribiría a pesar de ustedes. 
Escribiría, incluso, si me vuelvo loco, si olvido mi nombre, si la memoria verbal me consuma y me vuelvo solo un verso más de la existencia.
Escribiría a pesar de mí.
Escribiría incluso de estar preso, sin una sola hoja de papel y ni un solo lápiz; escribiría al aire improvisando versos y sabría, que aunque no los vea, permanecen etéreos en el espacio, abrigándose del frió que supone el estar solo. 
Eso es la literatura, eso es para mi escribir. Es como respirar, como caminar o comer. Se ha vuelto un hábito indefectible que calcina y reverdece mi ser, que me ha preparado para calzar un sombrero invisible y una pipa en las noches cuando, el hedor del mundo, no me permite comprender su belleza. Eso es literatura, un todo, una verdad absoluta... de todo lo demás sospecho aunque se me preparó en las cátedras para la buena fe.

Es más lo que no sabemos ¡En la poesía me permito todo!

Eso soy, esto... el poema, el escrito, la reflexión que quizá jamás se imprima y jamás llegue a los numero 1 de ventas. Quizá no estará en la biblioteca de tu mejor amigo, ni tampoco estará reservada una silla, en el mejor café, para que sea material de conversación. Pero no importa, no interesa que alcance material han de tener estas palabras, lo importante es que las expresé por el mero hecho de expresarlas, de escribirlas, de manifestarlas como el sol necesita nacer cada día, como el agua necesita llover, como el fuego arde sin saber por qué. 
Porque eso soy, esto. Necesito escribir, necesito esto más allá del mundo, de lo material, de las empresas y el restaurante. Más allá de todo, incluso, existiría esto.
No sé por qué, no se cuál es el propósito de todo este lenguaje; más, lo importante, lo realmente decisivo, es que se está gestando, como algo ineludible, como un paisaje inobservado en alguna parte de las dimensiones; existe, a pesar de que no se vea; respira, aunque no es contemplado; y es poesía, aunque nadie se halle conmovido... 

Comentarios

Entradas populares