No soy zurdo

Bueno, vamos a dejar de lado la monotonía y voy a empezar por decirte que el olor de tu cuerpo se ha vuelto una costumbre, un vicio, un pensamiento fugaz que se cruza cuando calzo mis zapatos, mi sombrero invisible; cuando hablo sobre algo inocuo, cuando de repente recuerdo que estoy vivo.
Quisiera, por un momento, imaginarte ahora. Imaginarte como he imaginado las estrellas cuando no las veía. Imaginarte cómo, de pequeño, imaginaba ese rostro invisible del que me iba a enamorar. Imaginarte cómo se imagina una rosa después, de que de alguna forma, comprendes lo que significa la fortuna.
Te he imaginado, amor. Te pienso, y cada que te pienso me fluyen ideas bellas, orquídeas, escenarios y demás pero todo confluye a ti, como un olimpo inmarcesible que se ha posada en tu morada.
Cuánto fuego, mi amor, cuantos volcanes han erupcionado mientras te veía. Mientras te amaba, mientras "éramos" a través del "seamos".
Aún no me he desvestido del todo, aún hay caras que no conoces, sin embargo, me abriga el consuelo de que este idilio no ha sido en vano, ha sido dando gracia al anonimato, al amarte con los ojos cerrados, en una esquina del universo donde nadie nos ve, solo nosotros a través del gesto, del suspiro, de toda esa piel que me recorre y me diluye en un éxtasis febril que pronuncia tu nombre.
Te amo, amada mía, te amo y seré tuyo siempre, seré tuyo a través de estos escritos, cuando los releas en una madrugada de nostalgias. Te amo como estas palabras aman ser creadas para ti, elaboradas para que las leas y te regocijes, amor.
Este es mi mayor regalo, esto es lo mejor que puedo darte, mis poemas y mis versos, mi musa indómita que solo se doblega ante tu imagen.
Se qué recuerdas mis besos, pero no hay formas en que me beses sino es a través de estas memorias. Y sé que recuerdas los momentos en que me consagre a tu cuerpo, pero nada como releer en este escrito toda esta pasión que me llevó a escribirlo.
Te amo, y no precisamente por que vencí al destino, sino porque tu cuerpo es una extensión de este poema.
Y es que nunca te he creído mía, sin embargo, aprecio hasta el exceso este placer de apresarte entre mis líneas; solo me abruma el sabor de lo etéreo, como el silencio, que siendo parte de tu música, nos exhorta a desencarnar.

Psd: Siempre he creído que tengo el alma en mi mano derecha.

Siempre tuyo,
Juan. 

Comentarios

Entradas populares