#reflexionesdebolsillo Mentiras políticas y otras verdades...

Después de analizar bastante el comportamiento a mi alrededor, no puedo sino insistir en la idea de que no existe el debate político. Quien crea estar haciendo debate político o haber debatido de política en algún momento de su vida, debo decirle que jamás estuvo tan equivocado. Se lo digo porque soy un equivocado más. Tan sencillo lo que digo como el siguiente ejemplo: 
Hay personas que por su forma de crecer, de experimentar el mundo, de su crianza con sus padres y demás, moldea toda una personalidad alrededor de la bondad. Unos creen, por su forma innata de ser, que ayudar es un retroceso, que el pobre es pobre porque quiere, y que ayudarlos sería debilitarlos más. Cómo, hay otros, que por su forma de ser y experimentar el mundo, creen absolutamente todo lo contrario, creen que se debe ayudar y colaborar en lo máximo posible al que posee pocos recursos, bien o mal lo necesita sin importar por qué está ahí. 
Aparece entonces un político... el político no interesa quien sea, x, y, conocido o desconocido, simplemente representa una personalidad, un "personare", una máscara y las personas simplemente se identifican con él. Su forma de ser es igual a la de él, punto. Usted no va cambiar la forma de ser, la personalidad, la máscara de otro ser humano en un debate, menos en una conversación de sofá o en un estado de Facebook. 
Es una idea peligrosa, pues es decir que debatir con otro de política es un tema de fuerza y no de argumento, de quien se ve mas coherente que el otro, no quien realmente lo es. 
Es descubrir la manipulación tan brutal que tiene la política desde un punto de vista estrictamente filosófico, lo que revela entonces, un problema estructural. 
No es posible, pues, una política sana, pues no existe política en sí, sino un individuo que con su forma de ser busca que los demás con su misma forma de pensar, se alineen a su pensamiento y voten. 
Es un tema de manipulación, y ganará entonces quien tenga mas fuerza de manipulación que otro. Es macabro, es brutal, y me cuesta creer que estamos bajo el yugo de una idea tan absurda de manejar la sociedad, pues de entrada es el rigor de que la pasión se sobreponga al argumento; se rompe el idilio de que la política es de argumento; se revela así el verdadero fenómeno: fuerza. 
Confío en que uno de nuestras columnas para la llamada "evolución" esta en resignificar nuestra estructura de poder público, sinceramente veo una completa canallada este asunto, pues de fondo, está viciado y llamado a corrompernos. En conclusió, ningún candidato será, entonces, filosóficamente apto para ejercer.
El reto intelectual está clamando, y considero sano atender su llamado. 

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