Ubicuidad

Hacer poesía no se trata de una profesión. El gato es gato porque sí, punto. El poeta no se mira a sí mismo como tal, no se declara ante el mundo como "él poeta" ¿Acaso el león ruge para que sepamos que sabe rugir? Es un león, obviamente lo sabe. Ruge porque sí, porque rugir es su naturaleza. Así sucede con la poesía, es un instinto, una metáfora, una analogía que vive en nosotros desde que nacemos. La tarea del poeta es irrenunciable, es la vida misma, es respirar. El fuego arrasa todo a su paso y lo vuelve ceniza, el volcán erupciona, el hielo en la garganta, la lluvia que cae sobre justos e injustos, el sol; todo es porque así debe ser y no podía ser de otra manera. 
¿Acaso yo, un día cualquiera, me dije -oh poeta-? Jamás. Acaso la lluvia, un dijo se dijo así misma-Oh milagro-? Quizá.

Me digo a mi mismo, ¡oh humano, oh persona, oh ser! Así, solo así, ha llegado la epifanía en forma de palabra, la silueta de las letras que me ha hecho mas universo, mas efímero. 

Por eso, no le considero una profesión, pues no la elegí, como se suelen elegir las profesiones. Nos elegimos mutuamente, como un pacto secreto entre el sueño y la vigilia, un día que no recuerdo pero que jamás olvidare. Ello no puede ser considerado una profesión, pues la profesión se hace día a día, hora hora. En cambio, el pacto es más una condición, un futuro imprevisible pero idealizado. Si, la poesía es más una promesa.
El oficio, como el artesano, es una intención, una pretensión. Detrás del artesano hay un gusto, que se volvió objetivo y termino en su obra. El poeta ¿Artesano, profesional? Ninguna. Es un jugador que apostó la vida misma a la promesa que ha hecho con la poesía: beberla, vivirla hasta morir. Pero el poeta no muere, renace siempre que lo leen, es el mas nacedor de todos. Inmaterial. 

La poesía, como la lluvia, como el león, como el sol, como el artesano, son ajenos a la voluntad de quien lo vive. ¿Cómo decirle a una gota no ser un milagro? ¿Cómo no reconocer en el rugir del león, toda su naturaleza? ¿Cómo no decirle a un león que no llueva, cómo decirle a una gota que no ruja, como decirme a mi qué no juegue con las palabras, cómo no rugir sobre gotas y leones?
¿Quien soy yo para llover? ¡Poeta! 
¿Quien soy yo para rugir? ¡Poeta! 
¿Quien es el poeta? Nadie.
¿Qué es el poema? Todo. 

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